lunes, 18 de mayo de 2015

Las Naumaquias del Estanque del Retiro

Regalo del Conde Duque de Olivares para el Rey Felipe IV, el Real Sitio del Buen Retiro es uno de los pulmones verdes de la Capital y un lugar propicio para abandonar por momentos el estrés y los cláxones de las calles madrileñas. Construido con dinero de la Villa y Corte para recreo y disfrute del monarca Habsburgo, en origen ocupaba aún más espacio de lo que es hoy en día, llegando al actual Paseo del Prado y a conectar con la Plaza de Atocha.

El Parque del Retiro, con el estanque grande arriba a la derecha, Plano de Pedro Teixeira, 1656.
En él se reunieron todos los caprichos, divertimentos e incluso edificios religiosos que pudiera necesitar Felipe IV. Una especie de parque temático, con multitud de especies arbóreas, una Casa de Fieras con animales exóticos, multitud de capillas con las advocaciones más estimadas por el monarca y lugares para representaciones teatrales. 

Contrariamente a lo que estamos acostumbrados, la más espectacular de todas las obras teatrales se daba sobre el agua, las naumaquias o batallas navales, en lo que hoy se conoce como el Estanque grande del Buen Retiro. Hay quien apunta, que este pequeño embalse artificial ya existía en tiempos de Felipe II, y que lo que se hizo fue renovar y ampliar la estructura. Una tesis que iría en relación con la propaganda que el monarca hizo sobre la Batalla de Lepanto, que se supone habría podido representar en ese primitivo estanque. 

La Naumaquia, por Ulpiano Checa, 1894.
Una tesis que sigue dando que hablar a los historiadores, pero que nos sitúa en el campo de las naumaquias. Conocidas ya en tiempos de los romanos, se cree que fue Pompeyo el primero en organizar una recreación de sus batallas contra los piratas. Con el paso del tiempo se incorporarían a los anfiteatros, siendo una naumaquia la que inauguró el Anfiteatro Flavio, en la preinaguración que hizo el Emperador Vespasiano. Con el tiempo, el éxito de las representaciones teatrales sobre el agua hizo que se construyeran espacios dedicados en exclusiva para las naumaquias, tomando estas instalaciones el mismo nombre de naumaquias. 

Recreación de una Naumaquia en el interior del Coliseo de Roma.
En los últimos tiempos, hemos oído hablar sobre propuestas políticas de resucitar el viejo espectáculo de las Naumaquias en el Estanque del Buen Retiro, como forma de atraer público y turistas a la Capital. En el fondo, la propuesta rememora los espectáculos de los que se tienen avisos o noticias en la época de Felipe IV. En uno de estos avisos, se habla de una representación teatral flotante en mitad del estanque del Retiro, en torno al cual el Rey y los principales nobles de la Corte disfrutaban del espectáculo, a bordo de góndolas doradas.

Fuegos artificiales reflejados en la superficie del agua del estanque del Parque del Retiro.
Un espectáculo que en aquella ocasión pagó el Virrey de Nápoles y que tuvo que ser suspendida en su primer intento, el 14 de junio de 1639, ya que según narra la crónica "se levantó tal ventolera que tiró luces y tiestos, y hubo miedo de que las góndolas se hundieran con su Majestad dentro". A la segunda fue a la vencida y el 21 de junio de 1639, quedó el éxito, el glamour y el lujo de una representación sobre agua nada firme. No hay que olvidar que estos espectáculos no eran sólo para el deleite de la Corte, sino que desde la orilla podía divisarlo quien quisiera. 

Salvando las distancias, quien haya estado en un parque de atracciones de los de ahora, se acordará de los espectáculos teatrales de luz y sonido, con lanchas que vienen y van, dentro de los lagos artificiales que nunca faltan en este tipo de instalaciones. Quizás sea esa la versión más moderna de los espectáculos teatrales sobre el agua de la Edad Moderna, donde los focos eran en realidad velas encendidas, y las embarcaciones en vez de motor, iban a remo.

Intentando buscar precedentes, nos encontramos con las Barcas del Lago Nemi, ordenadas construir por el Emperador Calígula. Se trataba de dos barcazas de gran tamaño, que tenían en su interior todas las estancias propias de un Palacio, con cenadores, pequeño templo, habitaciones y cocina incorporada. Se cree que Calígula podía recibir a invitados ilustres en las noches de verano, y que los deleitaba con cenas a bordo de las barca, con fiesta. música y teatro.

Recreación de uno de los navíos de Calígula en el Lago Nemi.
Es curioso comprobar cómo los delirios de los emperadores suelen hacer las delicias de los historiadores del Arte y de los profesionales del espectáculo. Para quién tenga curiosidad las barcas-palacio se abandonaron al poco tiempo de morir Calígula y se hundieron en el fondo del Lago Nemi. Pasados los siglos, otro gobernante con ínfulas de César y adorador de la teatralidad y el espectáculo quiso recuperarlas y lo consiguió. Benito Mussolini hizo desecar parte del Lago para sacar a la luz las barcas y exponerlas así en un museo. Un museo, que por cierto, duraría poco, ya que fue quemado durante los combates de la Segunda Guerra Mundial, llevándose el prodigio romano por delante.


En el caso del Retiro, la profundidad del estanque no es la del lago cercano a Roma, pero también hizo y sigue haciendo su función. Una función que va más allá de ser escenario de batallas fingidas y espectáculos sobre tablados flotantes, y es que sin el agua el Retiro no existiría. Se cuenta que Felipe IV hizo venir al jardinero más famoso de la época para cuidar que el ambiente del Retiro permaneciese verde. Las canalizaciones y sistema de pequeños lagos del Retiro permiten regar todas las áreas del parque, para que todo permanezca verde.

Pequeña cascada artificial situada en el Parque del Retiro, Madrid.

Una idea, la de la permanencia, que igual que el Monasterio de El Escorial, hecho en piedra para perdurar como mausoleo de los Austrias, se mantiene muy viva en el Parque del Retiro. Un espacio con cerca de cuatro siglos de existencia que permanece como lugar de reposo y esparcimiento de los ocupados madrileños.

Gente disfrutando del estanque del Retiro, subidos a las pequeñas barcas de remo. 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:


ALONSO GARCÍA, David, Breve historia de los Austrias, Madrid, Ediciones Nowtilus, 2009.

BROWN, Jonathan y ELLIOT, John. H., Un palacio para el Rey, el Buen Retiro y la Corte de Felipe IV, Madrid, Taurus, 2003.

CORRAL, José del, El Madrid de los Austrias, Madrid, Editorial El Avapiés, 1983.

GAYO SUETONIO, Vida de los Doce Césares, Vol. 2, Libros III - IV, Barcelona, Alma Mater, 1967.

GAYO SUETONIO, Vida de los Doce Césares, Vol. 4, Libros VI - VIII, Barcelona, Alma Mater, 1970.

POSADAS, Juan Luis, "El César al que todo estaba permitido. Calígula", Historia National Geographic, Nº 137, mayo de 2015, pp. 58 - 67.


--- Publicado por Joaquín Rodríguez el 18 de mayo de 2015 ---

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