La falta de medios económicos, debida
a los problemas financieros que sufrieron las arcas españolas a comienzos del
siglo XVIII, hizo que los arquitectos del momento centrasen toda su atención en
el aspecto exterior de sus construcciones. Aunque con materiales pobres,
figuras como Churriguera, Tedoro Ardemans o Pedro de Ribera lograron ornamentar
sus fachadas con tal profusión que el viandante no podía sino quedarse admirado
ante ellas.
La mala situación económica
del país también fue la causa de graves problemas sociales. Para solventarlos,
diversos ilustrados españoles fundaron instituciones asistenciales, de acuerdo
a las teorías filantrópicas imperantes en la Europa de las Luces. El Estado,
tomando el relevo a la Iglesia en este campo, pretendía paliar de este modo
fenómenos como el paro, la pobreza o el vagabundeo. Este era el objetivo del
Marqués de Vadillo, quien en 1722 impulsó la construcción del Real Hospicio de
San Fernando, ubicado actualmente en el número 76 de la calle Fuencarral.
La institución albergada en este edificio había
sido fundada en 1668 por la Congregación del Santo Nombre de María. Su sede se
encontraba originalmente en la calle de Santa Isabel, pero en 1674 sería
trasladado a la calle de Fuencarral, gracias al apoyo de la reina Mariana de
Austria. Por estas fechas, el pintor Luca Giordano dedicó una tela a
la Congregación, San Fernando ante la Virgen, que actualmente se
conserva en el Real Hospicio. Durante el reinado de Felipe V, fue el
superintendente de la institución, el Marqués de Vadillo, quien decidió la
construcción de un edificio de nueva planta que diese acogida al hospicio.
Las obras, que se prolongaron hasta
1799, serían dirigidas por el arquitecto Pedro de Ribera. Este, junto al
escultor Juan Ron, es el responsable de la magnífica fachada del edificio,
considerada como una de las más representativas del barroco
"castizo". En ella, se aprecia la formación adquirida por Ribera en
la elaboración de retablos y decorados teatrales. Elementos como los efectos de
claroscuro, los falsos cortinajes o la inclusión de la imagen de San
Fernando dentro de una hornacina así lo demuestran. Frente a la ostentación
exterior, la planta del edificio posee una distribución muy funcional que sigue
los principios del primer clasicismo francés.
El objetivo del Real Hospicio era
servir de lugar de acogida de maleantes y parados, quienes además podrían
aprender entre sus muros un oficio de utilidad social. Sin embargo, los fines
de la institución acabarían por tergiversarse, haciendo de ella un sitio de
represión que causaba rechazo entre los madrileños. Esto hizo que el edificio
del Marqués de Vadillo se abandonase hasta principios del siglo pasado, cuando
fue declarado monumento nacional y pasó a albergar al Museo Municipal de Madrid.
Gracias
a las intervenciones de Luis Bellido y de Joaquín Roldán, el Real Hospicio se
mantiene actualmente en pie y es la sede del Museo de Historia de Madrid.
No solo eso: el paseante sigue quedando fascinado ante su impresionante
fachada, como lo hicieran los vecinos matritenses hace tres siglos.
BIBLIOGRAFÍA
Colecciones en Red (CERES). Selección de Museos: Museo de Historia de Madrid. En http://ceres.mcu.es/
Colecciones en Red (CERES). Selección de Museos: Museo de Historia de Madrid. En http://ceres.mcu.es/
MESONERO ROMANOS, Ramón. El antiguo Madrid.
Paseos histórico-anecdóticos por las calles y casas de esta villa. Madrid:
Fernando Plaza del Amo (ed. facsímil), 1990 (1861). P. 287.
ORDÍERES DÍEZ, Isabel. Patrimonio histórico
de la Comunidad de Madrid, vol. II. Del Barroco al siglo XX. Madrid:
Comunidad Autónoma de Madrid, Servicio de Documentación y Publicaciones, 2007.
Pp. 125-141.
Está muy bien que os acostumbréis a citar fuentes bajo cualquier formato. Enriquece notablemente lo que se aporte.
ResponderEliminarSaludos,